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viernes, 2 de septiembre de 2011

Saciedad indeseable


La intranquilidad aumentaba con el pasar de la noche,

no sabia si era la mezcla de pastillas o la cruda realidad que la golpeo cuando horas atrás él decidió dejarla por ir corriendo a ver a su esposa.

Camino por horas, fumo miles de cigarrillos, tratando de no pensar, haciéndose como siempre la de la vista gorda, pero fue imposible. Llega a casa y justo pretende abandonar esa estúpida melancolía con una tonta película que casi predice su futuro y entonces lo entiende, no es una cuestión moral, no le importa ser la amante, la mortifica el sentido de supervivencia, el saber que la fantasía se vendrá abajo, y que ninguna de sus palabras fueron reales.

No importa que tanto cuide su lengua en la forma de hablar, evitar decirle que lo quiere, nunca preguntarle nada de su vida real, ni recriminar con la mirada lo poco que significa para él, cada vez que al cruzarse en el camino aparenta no reconocerla.... los ojos tristes la delatan.

Se siente infinitamente sola, por eso disfruta tanto que él la observe con lujuria, a veces se pregunta si vale la pena, y aunque sabe que no, es incapaz de terminarlo todo, de salirse del juego antes de terminar herida, de arrepentirse cuando aun hay tiempo, cuando no se ha aferrado a sus vagas visitas, a sus tontos chistes y a su cuerpo.

Tonta noche de ronda, que triste pasas... dejala tranquila, al menos por ahora, dejala respirar, que ya despues tendra que afrontar la verdad.